28 mar 2010

Nuestras batallas


Siempre que me equivoco y en un error caigo no hay escudo que me defienda de las palabras afiladas que tus celos expulsan al despertar, la confianza se hace a un lado porque a pesar de ser un sentimiento fuerte, en esta batalla baja la mirada. Tu dulzura y delicadeza se tornan oscuras, te equipas de armas en mi contra y yo con las mías que no te hieren sólo te frenan.


Empezamos a batallar como enemigos, impresionantemente ocultamos, (peor aún) a nosotros mismos, el cariño y el amor bajo nuestra vestimenta. Con balas de indiferencia nos atacamos, con tu espada de desamor me cortas, mis estrategias para evadirte yo uso, tropiezo y me tumbas al piso. Destruyes poco a poco mis esperanzas pero yo no pierdo lo que llevo bajo mi piel, se mantiene tan vivo, delicado pero casi indestructible, pero vulnerable a su archienemigo el odio. Me golpeas con tus puños envueltos en dolor porque no hay otra cosa que logremos sentir en esos momentos, yo sólo uso mis palabras sabias como equipo para defenderme de tus ataques. La pelea se vuelve tormentosa y yo sólo deseo que termine. Te vas y me dejas mal herido, luego de desaparecer entre el humo me sorprende una patada en la cara de tu ausencia.


Ahora sólo el dolor y la tristeza me acompañan, podría rendirme alzando la bandera blanca pero es muy fácil y no me agrada, mis esperanzas casi muertas se arrastran por el suelo… Nunca pensé vernos así tan violentos, y de los resultados no hacen falta palabras, sólo deseo morirme en este mismo caos pero no estás tú para terminar conmigo y no me quiero imaginar el desastre que dejé de tu lado. Soy un tonto y hasta de mis errores me arrepiento, insignificantes frases que mal interpreto terminan con la paz de nuestra relación.


Intento levantarme para ir hasta ti y limpiar las heridas que nos causamos y aún al desarmarme tú sigues con la ofensiva pero esta vez dispuesta a tirar las armas y acabar con esta tormenta artificial de naturaleza casi real… Pero cuando no logro levantarme por desangramiento y pérdida de energías, regresas tú sin las armas implacables, me levantas con tus manos vendadas, hasta nuestro lecho me llevas y ahí juntos los dos aplacamos la rabia y la indiferencia, dejamos de ocultar nuestro amor y regresamos la paz a nuestras vidas.


Tengo miedo de las próximas batallas pero no es por perder en tu contra, es porque uno de los dos podría cansarse y se rendiría para no seguir sufriendo golpes por culpa de circunstancias fuera de nuestras manos. No le pido a DIOS que elimine estas situaciones, le pido que nunca tú te canses de mí ni yo de ti porque nunca es bueno rendirse ni cuando las esperanzas están por morir.

AngeL

No hay comentarios:

Publicar un comentario