31 mar 2010

La mujer del vestido rojo (Parte II)


No borré sus registros de mí aunque mis esperanzas iban tomadas de mano con la muerte. Y me di cuenta de que Ella se sentía débil también. Me lo hizo saber una noche en que sus líneas por un breve momento inundaron mis ojos. Luego volví a sumergirme en mi lago de olvido. Pero me estaba ahogando, no podía dejar de pensarla. Nada igual me había pasado. Había algo que me hizo explotar en la cabeza la idea de que tenía que ser Ella. Esa explosión en mí le retumbo en su rostro haciéndole estallar la bomba que en Ella coloqué inconsciente.

Volvieron a mí esas líneas que no me esperaba, que me dejaron sorprendido y alegre por su pronto aparecer (yo estaba ya que me anticipaba a esas líneas pero la razón no me dejara escribirle). Yo casi no podía creer la situación, pero fue en ese momento cuando supe que es Ella la mujer que siempre he soñado y sigo soñando. La mujer que se me presenta siempre en mi mente.


Han habido ciertas situaciones que nos hacen dudar uno del otro, nos lastiman y hasta enojar, pero después de cada pelea regresamos más fuertes. El miedo a la infidelidad, a la traición y al engaño ha ido desapareciendo. Sólo existen esos poderosos sentimientos de unión que nos tenemos. Y la horrible distancia (en tantos sentidos) que nos separa, circunstancias que atentan con nuestro encuentro. Pero sólo son amenazas que no llegarán a separarnos sino hasta escuchar que Nuestro Señor llame a uno de los dos y cuando se oiga el llamado del otro la misma muerte nos unirá en la eternidad.


“Siento haber llegado un poco tarde, nuestras condiciones hacen ver imposible nuestra relación, pero sabes muy bien que no hay puntualidad para amar y ser amado. Sólo caminemos por este mundo ocultándonos de las armas que nos apuntan. Y si somos muy fuertes enfrentemos a las adversidades.”
… Esto para ti, lector, no es real, es sólo un cuentito. Para mí, es un sueño (realidad o ilusión, es un sueño).

AngeL

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