9 abr 2010

Decirte adiós (Parte III)



Arrodillado, encadenado, condenado me encuentro en el lado más negro de la noche, mis ojos como puertas quiero dejar cerrar cuando un suspiro en mi espalda abre con fuerzas esas puertas y a continuación oigo una voz adornada de mucho llanto diciendo:

- "La inclemencia de un adiós dibuja en el alma con líneas de amargura las cicatrices que jamás se olvidarán".

Una conversación se crea con palabras de tristeza, llantos del corazón y silencios cortos pero penetrantes…

Yo, sin mover ni un músculo de mi cuerpo sólo los que me permiten reproducir mi voz, mis ojos ahogados y mis lágrimas golpeando el suelo como queriendo romperlo…

Mi amor recostado sobre mi espalda hablando con el tono más doloroso que alguna vez haya escuchado y sus lágrimas dejando líneas de quemaduras en mi piel…

¿Vale la pena soñar hasta lograr vivir? ¿Cuánto durará el sueño? Pregunté… No queremos volver a hacernos daño pero volvimos a encontrarnos… es hora de tomar una decisión rotunda.

Mil dudas vuelan por nuestras cabezas pero más seguro que nunca de repente me siento y me volteo, miro su rostro silencioso y entre llanto le pregunto:

- ¿Por qué me dejaste escapar? – logrando abrazar a mi amor.

Y mi amor sólo respondió:

- Mi sentimiento es puro y sin cadenas… el resto es oscuridad y silencio. Pero te metiste tan adentro de mi esencia que incluso me quitaste ese don.

Le pedí que me besara, de alguna manera estaba seguro de que así lograríamos recuperar ese invaluable sentimiento. Dudó mi amor unos segundos y arriesgándose a todo unió sus labios con los míos y la sonrisa invadió nuestros rostros. Una pequeña luz nació y en segundos creció tanto que mató toda oscuridad… mil besos se repitieron mil veces y el adiós que una vez dejó heridas desapareció junto con toda cicatriz causada…

Y juntos nos juramos jamás decir adiós ni siquiera al irnos a dormir.

AngeL

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