11 oct 2010

Tiempo: dueño de mis días.


Reloj en espera que se añeja aguardando por la hora en que tus manos se adueñen de mi cuerpo y alma. Matándome de ganas por estar junto a ti. Burlándose de mis deseos de estar donde tú estás, anhelando la misma felicidad que tú esperas.

Se alimenta el llanto de mi alma rogando por tu presencia en mis cercanías.

Tiempo que desespera. Que pareciera no avanzar. Ese mismo tiempo que, cuando a tu lado estoy, se apresura convirtiendo las horas en pobres minutos.

Una vez más empiezo a sentir que muero en tu ausencia. Con la luz del renacer fuera de mi alcance veo como caen los edificios a mis pies, siento como las nubes se deshacen en gotas de lluvia y la luz que antes me iluminaba ahora me ciega. Una vez más la soledad, disfrazada de muerte, me abriga.

La gente pareciera leer mi alma. Se burlan sin parar. Otra vez el tiempo hace de las suyas alejándome de ti. Me toma de la mano guiándome como las agujas de un reloj antaño y oxidado.

Me opongo al tiempo sin poder resistirme a caminar al compás de sus pasos. Me resigno ante el hecho de no poder estar junto a ti.

Horas como melodías de muerte.

Minutos como disparos a quema ropa.

Segundos como agujas en el corazón…

Y yo que pensaba que el tiempo era sólo una ilusión.

AngeL

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