11 oct 2010

Soledad, estoy solo


Estar solo puede llegar a volverte loco… pero, ¿por qué?

Por qué nos empeñamos en estar en compañía si nadie es indispensable para nadie…

¿Por qué siento que pago un alto precio en tu ausencia?

Lo único que ahora sé es que estoy solo, aunque Ella y yo añoremos estar tan juntos como lo está la arena del mar. Mis demonios atacan aprovechando mi vulnerabilidad a sus gritos, mi debilidad a sus voces (que es lo único que puedo oír) en este ensordecedor silencio.

¡El peor de los castigos!

Como cuando llega la noche y el sol se esconde en el horizonte, así te desvaneces con tu partida. La luz que me guía en el camino me deja desorientado entre tanta oscuridad.

Sin intención.

Sin culpa.

Sin ganas…

Es irónico decir que quien me abriga, protegiéndome del frío, no esté cuando la tormenta despierta. Es como pedir que el Sol se quede cuando llega la hora de que la Señora Luna abra sus ojos.

Estar solo y sufrir de soledad son cosas muy distintas… y yo estoy parado en ese punto donde no se puede distinguir una de otra. Así de inexplicables se tornan estos momentos… ¿O soy yo que, inconscientemente, espero el tren que me lleve al país de las maravillas?

La vida me ha enseñado: “La felicidad no es plena si quien te hace feliz no está siempre junto a ti… o por lo menos cuando la necesitas”.

AngeL

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