2 abr 2011

¿Qué más te puedo pedir?


Me llevaste a mi hogar, a la “Casa en la montaña” de la cual siempre te canté.

Allá tocando las nubes, juntos, saboreando el viento virgen…

Ahí te hice mía mil veces, como quise como te dejaste…


¿Qué más te puedo pedir?


Si me diste, con tu entrega, el más grande de los regalos…

Con tu cuerpo tatuaste el mío.

Con tus besos quemaste toda desgracia de frío en mi boca.

Con tus caricias rasgaste las huellas que dejó la Soledad.

Llenaste mi cuerpo hasta el tope de pasión…


Mis manos se adueñaron de tus caderas mientras tu mirada y la mía se encontraron en perfecta armonía.

Mis ojos se robaron tus lágrimas, mis manos el resto de ellas…

Tu cabello lo metí en los enredos de mis dedos y ahí jugaron hasta desenredarse…


¿Qué más te puedo pedir?


Me demostraste lo que sospechaba: no existe tiempo ni espacio. El escenario es nuestra imaginación. Y somos dueños de nuestra magia… de la que sí poseemos control.


El sueño de mi mirada, que va más allá del horizonte, renació, murió o dejó de llamarse sueño… Se rompió la coraza “imposible” y es nuestro, sólo nuestro…

Desde allá arriba me invitaste a ver al mundo del que nos escondemos, tan ignorantes de este amor…

Le diste nombre a mi felicidad, nombre que llevas en tus aires…


Sólo tú puedes destrozar con delicadeza la sensación de que soy completamente feliz, haciéndome cada día más feliz…


Jamás sentí tanta paz como el desorden que le provocas a mi alma…


¿Qué más te puedo pedir?


Tu Azul luz asesinó toda la triste y despiadaa oscuridad por la que era perseguido, como fugitivo de su demonio…


El Azul de tu magia resultó ser “mi única salida”, mi Cielo…


AngeL

27 oct 2010

Mi maldito infierno


Creado por Dios, moldeado por la humanidad, modificado por muchos y ahora habitado y decorado por mí.

¿Mundo paralelo o realidad caótica? ¡No sé! Llegué aquí por una tentación, caí como mosca en una tela de araña que se me hace difícil desatar. Fuerzas extrañas me mantienen prisionero en este lugar o es mi mente inmadura que no sabe qué hacer… ¡doy pasos en falso, pierdo horas de mi vida y finjo que estoy bien, que es peor!

Anduve caminos oscuros pero no tan deprimentes como lo es este largo y tenebroso laberinto.

¿Sacrificio o estupidez? Si es sacrificio valdrá la pena… pero si resulta una estupidez, terminaré en un manicomio o dándome un tiro en la cabeza! No quiero terminar del segundo modo porque al final sólo sabré una cosa. Que desperdicie parte de mi vida… No culpo a nadie y menos a Dios porque no es su culpa que escape de sus manos.

¡Maldito infierno el que creé!

¡Bendito el nirvana en el que a veces caigo! El que me aleja de la realidad, el que destruye el laberinto y crea el más placentero de los desiertos… solo pero placentero.

¿Dónde están esos días, muchas veces aburridos, que se robaban mi tiempo?

¿Dónde están esas tristezas gratis que la vida me daba?

¿Dónde está la vida de la que una vez me quejé?

Nunca pedí esto, nunca lo vi ni en mis peores pesadillas… Recurro a mi Dios, a mi Arcángel que es quien intercede por Él. Miro al distante cielo para ver si ellos miran hacia abajo y me ayudan a salir de aquí…

¡Cada vez más los necesito!

Los demonios de este mundo jamás logran saciar su sed… y cada vez que ellos se vuelven más terribles yo me hago más vulnerable.

Paz a mi vida quisiera de inmediato… porque no deseo que tan pronto paz a mis restos otros deseen.

¡Así se vive mi maldito infierno!

AngeL

11 oct 2010

Soledad, estoy solo


Estar solo puede llegar a volverte loco… pero, ¿por qué?

Por qué nos empeñamos en estar en compañía si nadie es indispensable para nadie…

¿Por qué siento que pago un alto precio en tu ausencia?

Lo único que ahora sé es que estoy solo, aunque Ella y yo añoremos estar tan juntos como lo está la arena del mar. Mis demonios atacan aprovechando mi vulnerabilidad a sus gritos, mi debilidad a sus voces (que es lo único que puedo oír) en este ensordecedor silencio.

¡El peor de los castigos!

Como cuando llega la noche y el sol se esconde en el horizonte, así te desvaneces con tu partida. La luz que me guía en el camino me deja desorientado entre tanta oscuridad.

Sin intención.

Sin culpa.

Sin ganas…

Es irónico decir que quien me abriga, protegiéndome del frío, no esté cuando la tormenta despierta. Es como pedir que el Sol se quede cuando llega la hora de que la Señora Luna abra sus ojos.

Estar solo y sufrir de soledad son cosas muy distintas… y yo estoy parado en ese punto donde no se puede distinguir una de otra. Así de inexplicables se tornan estos momentos… ¿O soy yo que, inconscientemente, espero el tren que me lleve al país de las maravillas?

La vida me ha enseñado: “La felicidad no es plena si quien te hace feliz no está siempre junto a ti… o por lo menos cuando la necesitas”.

AngeL

Tiempo: dueño de mis días.


Reloj en espera que se añeja aguardando por la hora en que tus manos se adueñen de mi cuerpo y alma. Matándome de ganas por estar junto a ti. Burlándose de mis deseos de estar donde tú estás, anhelando la misma felicidad que tú esperas.

Se alimenta el llanto de mi alma rogando por tu presencia en mis cercanías.

Tiempo que desespera. Que pareciera no avanzar. Ese mismo tiempo que, cuando a tu lado estoy, se apresura convirtiendo las horas en pobres minutos.

Una vez más empiezo a sentir que muero en tu ausencia. Con la luz del renacer fuera de mi alcance veo como caen los edificios a mis pies, siento como las nubes se deshacen en gotas de lluvia y la luz que antes me iluminaba ahora me ciega. Una vez más la soledad, disfrazada de muerte, me abriga.

La gente pareciera leer mi alma. Se burlan sin parar. Otra vez el tiempo hace de las suyas alejándome de ti. Me toma de la mano guiándome como las agujas de un reloj antaño y oxidado.

Me opongo al tiempo sin poder resistirme a caminar al compás de sus pasos. Me resigno ante el hecho de no poder estar junto a ti.

Horas como melodías de muerte.

Minutos como disparos a quema ropa.

Segundos como agujas en el corazón…

Y yo que pensaba que el tiempo era sólo una ilusión.

AngeL